Maruja Mallo (1902-1995) fue una de las grandes pintoras españolas del siglo XX y una de las figuras más destacadas de la vanguardia en España. Nació en Viveiro en España y desde joven mostró una gran pasión por el arte. A lo largo de su carrera, se vio profundamente influenciada por el surrealismo y el modernismo, y tuvo la oportunidad de conocer a grandes artistas como Salvador Dalí, Rafael Alberti y Luis Buñuel, cuando se trasladó a Madrid para estudiar en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.
Durante la Guerra Civil Española, apoyó a la República, lo que la obligó a exiliarse en Buenos Aires con la victoria franquista. En Argentina, su arte se enriqueció con nuevas influencias, pero siempre conservó su esencia surrealista, buscando expresar la libertad humana y explorar la identidad femenina a través de su pintura.Maruja Mallo fue una de las pocas mujeres que formaron parte del Genéracion 27.
Su estilo es único, ya que fusiona la abstracción geométrica con formas orgánicas y elementos oníricos. Le gustaba explorar temas como la relación entre el ser humano, la naturaleza y el subconsciente, creando obras vibrantes y llenas de simbolismo. Entre sus cuadros más conocidos se encuentran "Antro de Fosiles" (1930) "La verbena" (1927) y "Canto de las espigas" (1929).
Las "formas orgánicas" en el arte de Maruja Mallo se refieren a formas fluidas y naturales inspiradas en la vida, mientras que los "elementos oníricos" son imágenes surrealistas e irreales, propias del mundo de los sueños y la imaginación.
«Antro de fósiles» es una obra que se relaciona con la temática de los fósiles debido a su representación de un paisaje surrealista y sus formas orgánicas que recuerdan a fósiles y restos arqueológicos.Utiliza estas formas para explorar la relación entre el ser humano y su entorno, y para reflexionar sobre la fragilidad de la vida y la inevitabilidad de la muerte. A través de su obra, nos invita a reflexionar sobre nuestra propia existencia y nuestro lugar en el mundo.
“La verbena” es un intento de retratar a la sociedad madrileña de la época con un poco de ironía. Barracas, artefactos de feria, espejos deformantes, tiovivos, músicos, gigantes y cabezudos, marineros de permiso, terrazas la guardia civil… Un caos ordenado que refleja el barullo de las verbenas populares, pero con gran alegría.
La propia Maruja Mallo consideraba Canto de las espigas como una de sus obras más representativas y emblemáticas, hasta el punto de asegurar en repetidas ocasiones que deseaba que la pintura estuviera finalmente «en manos del pueblo español». La artista realiza esta obra en Argentina, país que la acogería durante veinticinco años, tras su exilio forzoso como consecuencia de la Guerra Civil. Canto de las espigas forma parte de la serie dedicada a los trabajos del campo y del mar, conjunto bautizado posteriormente por la pintora como la Religión del trabajo.
Maruja Mallo dejó una huella profunda en la historia del arte español. Su obra sigue siendo admirada hoy en día, y es reconocida como una de las artistas más importantes del siglo XX, especialmente por haber abierto camino a muchas mujeres en el mundo del arte.