Érase una vez un Niñito que detestaba la Navidad.

En aquella noche, mientras todas las familias estaban feliz y unidas, él se encontraba solo y amargado.

Porque, Papá Noel, era su padre.

 

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Un invierno en particular, el Niñito temía hasta tal punto esta famosa noche, que se enfermó y se vio obligado a guardar cama.

El Niñito no curaba y la nochebuena llegó muy pronto.

Papá Noel, sentado a su cabecera, cuidaba  de su hijo, extremadamente preocupado por su estado.

El 24 a  medianoche, se dio cuenta que su padre pensaba quedarse a su lado.

Fue sobremanera emocionado por su actitud. Luego, midió la verdadera amplitud de su superchería: si su padre no salía pronto, haría desgraciado  a millones de niños…

Entonces, se incorporó y dijo a su padre que le había mentido, que no estaba enfermo y que solo quería guardar su papaíto cerca de él.

Papá Noel, entristecido por esta revelación, sermoneó su Hijito.

Este último le dijo que le quedaba tiempo, y que, todavía podía ofrecer regalos a muchos niños.

Pero Papá Noel le explicó que era demasiado tarde, que había perdido el horario de salida desde hacía mucho tiempo. Prefería no distribuirles en vez de ofrecer solamente la mitad.

Contrariado por eso, el Niñito dijo a su padre: “Pero, ¿cómo van a hacer si no vas?”.

Entonces, Papá Noel dijo a su Hijito: “¡Nos basta mirar cuál sería sus reacción!”.

 

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Después de medianoche, viendo que ningún regalo  estaba depositado al pie del árbol de Navidad, los padres asombrados se precipitaron en las tiendas las más cercanas

Por la mañana de la Navidad, niños y adultos  estuvieron más que nunca felices, descubriendo sus presentes. Desde aquel día, Papá Noel pudo finalmente descansar y celebrar, con su Hijito, la Navidad cada año.


Vincent NOVI