Diego Rivera nunca podría haber imaginado que la ciudad que alberga su gran mural en honor a los trabajadores industriales, especialmente aquellos en el sector de la automoción, donde enorme riqueza generada por Ford, General Motors y Chrysler han construido que se convertiría en la quinta metrópoli el país más rico del mundo, pronto podría comenzar a desvanecerse ante los ojos de todos, y que su mural se convertiría en sólo una mirada nostálgica de un pasado más lejano.